La cantería es algo que seguramente a mucha gente le sonará a chino. Y es que, desgraciadamente, es un oficio que ha venido a menos ya desde la Edad Media.
Sobre todo en aquellos tiempos, las personas que practicaban esta ocupación gozaban de un gran prestigio, y el colectivo de canteros era muy fuerte.
Desde luego es indudable que el hombre ha practicado el trabajo con la piedra desde el amanecer de los tiempos.
La piedra es un elemento que ha permitido el desarrollo de la especie humana a través de una tecnología basada en la talla de herramientas de muy diversos usos e incluso de los primeros relieves artísticos.
Desde aquella prehistoria, el desarrollo de técnicas y herramientas ha ido permitiendo que se pudiesen llegar a tallar desde las piezas más sencillas a las esculturas más fantásticas.
En todo este periplo, las personas que se dedicaban a este tipo de trabajo eran conscientes de que trataban con un material noble por excelencia.
Desde las piedras más blandas a las más duras, granitos, areniscas, calizas, mármoles y otras de infinidad de colores y texturas, fueron trabajadas con dedicación y esfuerzo, con imaginación y perseverancia.
Y de esta manera, a lo largo de toda la historia del hombre, se fueron creando obras arquitectónicas de todo tipo, desde las más humildes a las más grandiosas.
Posiblemente, el punto culmen de estas obras fuesen las grandes catedrales del gótico, donde, en un alarde de técnica e ingenio, se crearon obras impresionantes en tamaño y belleza, pura poesía en piedra.
A partir de entonces la cantería fue, poco a poco, dejando de tener ese gran espacio en las sociedad occidental hasta llegar en la actualidad a un punto cuyo volumen de actividad es una mera sombra de lo que fue.
Y hoy, aunque existen algunas zonas concretas donde se emplea un poco más en edificios de nueva planta, lo cierto es que no es lo común.
La cantería está en peligro de extinción, pero el peligro es un riesgo y el riesgo se asume y a veces se anula con valentía y tesón.
Los canteros continuamos nuestra labor y esta se debe preservar porque, entre otras cosas, es importantísima para el mantenimiento y restauración del patrimonio arquitectónico.
Esta labor es, sin duda, una de las más importantes que se pueden acometer en la práctica de este oficio. Y la que más recompensa en sus resultados…
Luchemos todos pues para que la cantería continúe poniéndose en práctica durante muchos siglos más.