Los galardones de piedra que presentamos en este artículo tienen la siguiente historia:
En marzo del año 2014, dentro del certamen FORINVEST, para la entrega de unos premios se convocó un concurso con la colaboración del Centro de Artesanía de la Comunidad Valenciana con el objetivo de seleccionar al artesano que debía elaborar los galardones.
En el concurso se podía participar si se disponía del documento de calificación artesana y dentro del sector de la piedra y mármol (entre otros materiales).
Así que con una serie de limitaciones de medidas daban rienda suelta a la imaginación de los artesanos para crear dichos galardones, de los que sería seleccionado uno de ellos.
En nuestro caso, evidentemente, nos dispusimos a idear dos tipos diferentes de galardones de piedra que, desgraciadamente, no fueron seleccionados (en fin, otra vez será…).
El primero de ellos lo trabajamos en piedra de Calatorao, caliza extraída en dicho municipio de la provincia de Zaragoza, muy cristalina y oscura, con alguna veta blanca.
Esta pieza tenía una forma abstracta, de unos 30 cm de altura, más ancha abajo que arriba, rematada por una semiesfera pulida que emergía de todo el resto.
Esta parte bajo la esfera, de una textura más rugosa, pues se le hizo un apiconado con puntero manual, formando una especie de gallones helicoidales.
En la base, con forma casi cilíndrica, se dejó una cara plana y pulida, lugar donde se podría colocar una placa, si se daba el caso.
La otra pieza se elaboró en piedra de Ulldecona (crema cenia), caliza marmórea, también muy compacta que admite muy bien el acabado pulido.
Se ideó una base con forma de medio cilindro cortado por el eje, que, apoyando en su cara plana rectangular, servía de base a una herradura de piedra.
Esta herradura, con superficie pulida excepto la base de donde surgían las cabezas de los clavos, que estaba abujardada, quería simbolizar la buena suerte, materializada en piedra.
Y esta es la historia de los galardones de piedra que todavía se conservan en el taller de Torregris…