Las gárgolas de piedra son elementos que se han utilizado sobre todo en catedrales para canalizar el agua de lluvia desde los tejados hacia el exterior de la construcción.
Por tanto, su principal utilidad era la de expulsar el agua a cierta distancia del edificio para que ésta no dañara la los materiales de construcción (piedra y morteros).
De esta función puramente práctica pasaron después a tener también una función simbólica, pues estas figuras cada vez más elaboradas hacían creer a la gente que con su estética amenazante protegían aquel lugar de los malos espíritus.
Estas gárgolas de piedra se utilizaron sobre todo en la Edad Media, pero ya existían en Egipto, la antigua Grecia y Roma.
Con el tiempo, su utilización se vio mermada por el uso de los canalones que, como su nombre indica, iban canalizando el agua hasta el suelo.
La experiencia en Torregris con la gárgolas de piedra es que a finales del año 2010, el propietario de un local de copas de Valencia, cercano al puente de las gárgolas, nos encargó la elaboración de un par de figuras de este tipo para colocar en la fachada, a la entrada del local.
Las piezas se tallaron en piedra de Vinaixa, arenisca de grano fino que da muy buenos acabados. Tenían un tamaño relativamente pequeño, pues no superaban los 50 cm de altura.
Tras un desbaste con el hilo diamantado, seguimos con el disco de radial eliminando material para ir acercándonos a la forma aproximada de las figuras.
Ya de forma más manual íbamos desprendiendo trozos cada vez más pequeños de piedra con el puntero y pasando después a utilizar la gradina, herramienta con la que ya dejamos las gárgolas de piedra prácticamente acabadas en cuanto a forma.
El siguiente paso fue ir eliminando las marcas de la gradina con cinceles de varios tamaños para poder acceder a cada zona de las gárgolas de piedra.
Por último, con limas y lijas de varios granos fuimos dejando las superficies con una textura acorde al tipo de figura realizada.
Estas gárgolas de piedra constaban de una base cuadrada de 5 cm de espesor pues tenían que colocarse en una fachada, en un paramento vertical.
Para ello, aparte de que al colocarse debían encastrarse algunos centímetros, se le hicieron cuatro taladros para otras tantas varillas metálicas de acero inoxidable que, sujetas a la piedra, debían penetrar en los agujeros taladrados en la pared.
Según algunas fotografías, me consta de que allí siguen colocadas, aguardando y vigilando a la gente que entra en el local, y quizás, como antiguamente se creía, ahuyentando a los malos espíritus que acechen por la zona…