Las inscripciones en piedra son algo que el hombre ha realizado durante milenios. Ya en épocas tempranas se quiso plasmar en un material duro los signos de una lengua desarrollada.
De una manera u otra se comenzaron a realizar grabados en superficies relativamente lisas para dejar constancia de algo con la idea de que fuese duradero.
Muchas de estas inscripciones en piedra han llegado hasta nuestros días precisamente por esta durabilidad del material de soporte.
Inicialmente con otras piedras más duras y después con herramientas fabricadas con metales se fue perfeccionando la tarea de realizar estas inscripciones.
La manera de trabajar a la hora de realizar una inscripción fue, durante mucho tiempo, con cincel golpeado por una maceta.
Actualmente, aunque también se utiliza este método, en el mundo profesional se suelen usar otras formas de trabajo, que, como casi todo en estos días, buscan la rapidez de ejecución y la manera más económica de abordar el asunto.
Años atrás, en los talleres (y todavía alguno) se utilizaron los pantógrafos, máquinas que mediante fresado realizaban la inscripción en la piedra, siguiendo las letras del texto compuesto en un lateral.
Gran parte de las inscripciones que se realizan hoy van destinadas a las lápidas de cementerio.
En la actualidad se usa, la mayoría de veces, el sistema de chorro de arena: se recortan en vinilo adhesivo mediante un plotter de corte los textos y se pega este vinilo en la piedra (que tiene que preferentemente pulida, o, al menos apomazada).
Habiendo despegado las zonas del interior de las letras, y posteriormente con una máquina de chorro de arena (normalmente corindón) se aplica el chorro sobre la superficie de vinilo, quedando marcado aquellas zonas donde se había retirado este, que es el interior de las letras (o el exterior si se quiere que estas queden en relieve).
También se usa la fresadora con herramienta de punta, con la que se hacen inscripciones de mayor profundidad.
Este es un buen método para hacer tamaños de letra más grandes, aunque si son de una altura considerable, se tienen que repasar con cincel.
Siempre hay que tener en cuenta que las inscripciones en piedra vienen marcadas a la hora de acometerlas por el material, concretamente por su dureza.