El montaje de arcos de piedra supone un trabajo delicado porque se manejan piezas (dovelas) que suelen pesar bastante y tienen que quedar en la posición adecuada para cumplir su función.
Al diseñar un arco hay que tener en cuenta, en primer lugar, la forma que se le quiere dar. Atendiendo a esto, como ya se ha visto en otros artículos, existen diferentes tipos de arcos.
También es muy importante la medida que hay que cubrir en horizontal (luz), y la flecha del arco, o diferencia de altura entre el arranque y la parte superior.
Otras dos medidas determinantes de los arcos son el canto (anchura de las dovelas) y el espesor del arco (diferencia de radio entre el intradós y el extradós).
Estas últimas dos medidas influyen de manera importante en las dimensiones de las dovelas, y, por tanto, en su peso.
Una vez concretadas estas medidas, hay que llevar a cabo el despiece del arco, determinando en cuantas dovelas estará dividido.
En la gran mayoría de casos, y es como debe ser, el arco tendrá un número impar de dovelas, para que la posición central quede reservada para la clave.
La geometría del intradós del arco determina la forma que debe tener la cimbra, elemento clave en el montaje de arcos de piedra.
Fabricadas normalmente en madera, las cimbras se colocan, bien apeadas, para sujetar las dovelas hasta el momento en que se coloca la clave, que cierra el conjunto.
La colocación de las dovelas tiene que hacerse con delicadeza, sin golpes entre piezas y dejándolas descansar sobre la cimbra de manera suave.
Las dovelas pueden colocarse “a hueso”, aunque lo normal es que existan juntas que suelen ser de mortero de cal.
Como se puede adivinar, a hueso quiere decir que no existe material de pegado entre las piedras. En estos casos, los lechos, o superficies de contacto tienen que ser prácticamente perfectas.
Dependiendo de la horizontalidad o verticalidad de la junta, el mortero se coloca antes o después de colocar la dovela.
Como es de suponer, para el montaje de arcos, dado el peso de las piezas, nos ayudamos de grúas, poleas, polipastos, o cualquier artilugio que nos permita levantar con seguridad las piedras.