La piedra pulida nos muestra un tacto fino, un reflejo de espejo y una máxima expresión del color del material concreto. En ella se pueden apreciar perfectamente todos los detalles de tonos, aguas, vetas que no se ven al corte de sierra.
Las piedras que admiten el pulido son todas aquellas que son lo suficientemente compactas, cristalinas, de grano fino y poco porosas.
El proceso de pulido siempre sigue un mismo patrón: se trata de utilizar algún material abrasivo, más duro que la propia piedra, e ir empleándolo sobre aquella, en pasadas con granos cada vez más finos, hasta alcanzar la superficie deseada.
Antiguamente se utilizaban como abrasivos piedras areniscas, piedras volcánicas como la piedra pómez, corindón y arenas silíceas sueltas que, aplicadas sobre los materiales cortados o esculpidos, iban obteniendo esa superficie cada vez más fina, hasta llegar a la piedra pulida.
Los materiales abrasivos actuales son, sobre todo, diamantes de todos los granos, corindón y carburo de silicio en piezas sólidas o en papel de lija, para usar manualmente o para máquina.
Existen otros materiales no tan utilizados en formato también de hojas de lija, y, para el final de proceso de pulido, como la potea, en polvo y en pasta, teniendo ésta un grano ya muy fino.
Piedra pulida con maquinaria: En pulidos industriales de máquina existen toda una variedad de tamaños y formas para pulir cantos y superficies de tableros y baldosas, en los que las piezas van avanzando y sobre ellas actúan los platos de lija de forma progresiva.
Piedra pulida manualmente: En cuanto a pequeña maquinaria utilizada se trata de pulidoras accionadas por electricidad, por aire (neumáticas) o hidráulicas en las que se van intercambiando las diferentes lijas, sujetas en general con velcro.
Esta pequeña maquinaria puede trabajar en seco, con el inconveniente de generar mucho polvo, o en húmedo, aportándole cierto caudal de agua a la zona de trabajo, eliminando el polvo y consiguiendo mejores resultados de pulido.
Por último, sobre todo en relieves delicados y superficies curvas interiores, la piedra pulida a mano con lijas, piedras de carburo, tacos de diamante, poteas y plomo es la que alcanza unas mayores cotas de belleza y acabados perfectos.
Reivindicar por eso esta forma de pulido que comporta mayor esfuerzo y tiempo empleado, y cuyos resultados son tan satisfactorios.