Piedra y cultura son, indudablemente, dos elementos indisociables desde tiempos remotos.
Para situarnos en la aurora del pensamiento místico, imaginemos el interés que suscitarían en los primeros homínidos la contemplación de paisajes rocosos que tomaban extrañas y fascinantes formas con las cambiantes luces del día.
Es posible que, hace tres millones de años, un australopiteco encontrara una simple piedra, a la que el azar habría dotado de un semblante casi humano.
Para él, sería un primer espíritu tutelar encarnado en un fetiche. De aquella manera habría nacido un sistema antropomorfo para identificar la deidad.
Aquel contacto vivo y directo con la piedra del entorno, unido al impacto de aquellas observaciones, inspirarían la idea de lugares de leyenda y de personajes quiméricos adoptados como patrones de la fabulación de los primeros mitos.
De aquel modo, la piedra se constituyó en mediadora en intérprete de los encontrados sentimientos de aquellos seres primitivos, en cuyas mentes se sublimaban hasta alcanzar un importante carácter simbólico.
Por todo ello, cabría preguntarse si la piedra fue la catalizadora de un alma que cinceló el cerebro, o de un cerebro que modeló el alma.
A través del testimonio de la piedra, y de las huellas dejadas en ella, hemos encontrado vestigios de mitos de más de trescientos mil años de antigüedad.
Gracias a estos vestigios podemos formarnos una idea de las primeras concepciones cósmicas y de un primitivo mundo de misticismo y de ultratumba.
Una de las más antiguas reliquias del pensamiento mítico se ha hallado en Palestina, en forma de una figura de piedra que representa a una imagen de mujer del tipo de las pequeñas venus.
Son estas y otras manifestaciones (más recientes y numerosas) encontradas en las piedras labradas, las que hoy permiten referirnos con propiedad a las mitologías del pasado, identificándolas como babilónica, céltica, egipcia, griega, china…
La cultura celta tuvo gran influencia en los pueblos de gran parte de Europa. De ellos nos han llegado monumentos megalíticos y a veces inscripciones en lajas de piedra.
Pero sobre todo, la mitología griega fue la que mayor transcendencia ha tenido para el desarrollo de nuestra cultura.
Y no cabe duda de que la rica iconografía que los griegos legaron en sus imperecederas realizaciones pétreas ha contribuido a una mejor comprensión de una mitología considerada como nuestro gran referente.
Piedra y cultura en íntima comunión…