La primera piedra es como el primer paso de un camino que hay que transitar en el conjunto de trabajos de levantar algo de la nada y que, evidentemente, supone un esfuerzo que se debe asumir.
La primera piedra es todo un símbolo en muchas obras de construcción pasadas y presentes, dotadas de una importancia relevante. Y este asunto tiene ya mucha historia…
Ya en época romana la colocación de la primera piedra era un acto social clave, básicamente religioso, de una gran fastuosidad, que se llevaba a cabo al fundar una ciudad o una obra de ingeniería importante.
En aquel entonces se trataba ciertamente de una piedra que formaría parte de la obra y, además, se solía erigir un monolito o se colocaba una placa en conmemoración del acto inicial de comienzo de los trabajos.
En la actualidad es raro que se coloque una piedra natural (en todo caso de hormigón), aunque puede haber de todo, teniendo en cuenta que la diversidad de obras que se pueden acometer es enorme.
Lo que se suele hacer en el acto de colocación de la primera piedra es depositar ciertos objetos en una urna cerrada que se entierra en el suelo: periódico de la fecha, monedas, algún documento del proyecto de la obra, etc.
Como caso singular, en los comienzos de construcción de una iglesia existe un protocolo de colocación de la primera piedra, que será diferente para cada religión, pero que nos consta que está bien establecido para la católica.
Atendiendo a estas mismas palabras también existe la expresión de lanzar la primera piedra que proviene de la Biblia y se aplica cuando se pone de manifiesto que no debemos criticar maliciosamente a la ligera, porque cualquiera cometemos faltas como aquello que criticamos de alguien.
Podemos afirmar pues que la “primera piedra” es algo bien asentado en nosotros como sociedad y como seres individuales…